EL PAIS
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As bestas, de Rodrigo Sorogoyen, ha ganado esta noche nueve premios en la 37ª gala de los premios Goya. Una gala “impregnada de Carlos Saura”, como había dicho la directora Carla Simón al conocer el fallecimiento de uno de sus maestros. Sus nietos fílmicos, creadores como Sorogoyen, Simón, Alberto Rodríguez (cuya película Modelo 77 se llevó cinco trofeos) o Carlota Pereda, tomaron el escenario premio a premio, con el cine que él dirigió, amó y defendió.

Y ahí triunfó As bestas, a la que en la alfombra roja sus guionistas calificaron como deudora de Saura, del cine seco retratista de la sociedad, de una España rural y salvaje, entre el wéstern y el drama. Sorogoyen asegura que cuando escribe con Isabel Peña se plantean a menudo cómo lo haría Saura, y así pulen sus ideas. Para su filme fueron los Goya a película, dirección, guion original, actor protagonista (Denis Ménochet), actor de reparto (Luis Zahera), Sonido, Fotografía, Música y Montaje. Ménochet es el tercer intérprete extranjero que gana en su categoría, tras Benicio del Toro y Ricardo Darín.

Modelo 77, de Alberto Rodríguez, el que competía en casa, el drama social que va empaquetado con un envoltorio de thriller carcelario, se llevó cinco: dirección de producción, maquillaje y peluquería, efectos especiales, dirección de arte y diseño de vestuario. Los galardones técnicos se quedaron en Sevilla.

Cinco lobitos, de Alauda Ruiz de Azúa, se llevó tres premios Goya: dirección novel, actriz protagonista (Laia Costa) y actriz de reparto (Susi Sánchez). Ruiz de Azúa ha heredado el amuleto que se han pasado las candidatas en esta categoría. Comenzó Paula Ortiz, que no ganó con De tu ventana a la mía, se lo pasó a Arantxa Echevarría, que sí se lo llevó por Carmen y Lola. Antes había ganado Simón por Verano 1993, después llegaron Belén Funes, Pilar Palomero, Clara Roquet y ahora Ruiz de Azúa. Ellas han entendido que el cine es comunidad y no competición, algo muy masculino de la industria española. Ménochet lo subrayó, probablemente sin quererlo, cuando recordó que As bestas habla “del amor de las mujeres frente a la locura de los hombres”. La madre en el abismo constante de Cinco lobitos, Laia Costa, se llevó el premio a actriz protagonista, en un clarísimo relevo generacional. Las candidatas lo habían subrayado previamente, en la entrada, y querían insistir en que lo vivían con emoción, aunque sin deseos de jubilar a las actrices veteranas. La productora Sandra Tapia, con el Goya a mejor película por As bestas en el regazo, insistió en esa sensación de compartir un viaje entre todas las películas presentes.

Mejor cosecha del cine español

Porque la muerte de Saura ha coincidido con la explosión de la mejor cosecha en décadas del cine español. Y la gala estuvo a la altura. Si Saura dejó instrucciones precisas porque entendía que su legado será infinito e iluminará a generaciones posteriores, la Academia hizo numerosos guiños a esa herencia de diversas maneras. Desde la presentación del bosque del cine español, un proyecto que repara, en parte, la huella de carbono que provoca la ceremonia; a unos nuevos cabezones, que estaban fundidos en bronce reciclado, o pasando por la presentación de los galardones, que entregaron parejas de creadores de muy diferente edad. Incluso el premio principal lo dieron las cuatro hermanas de Belle Époque, que ganó el Oscar hace tres décadas.

Ese cuarteto subrayaba, como durante la gala no dejó de señalar la institución, la presencia de mujeres en distintos galardones: en dirección de producción, pleno de jefas de equipo, o que de cinco películas candidatas al Goya, tres estuvieran encabezadas por directoras. Una de ellas, Alcarràs, dirigida por Carla Simón, que hace justo un año logró el Oso de Oro en Berlín, un festival que ganó… Saura. Alcarràs se fue con las manos vacías, un patinazo que habla más de los académicos que del soberbio trabajo de Simón.

Por suerte, en realidad por talento, la ceremonia será recordada como una de las buenas. No tanto a la altura de la presentada por Antonio Banderas en el fragor de la pandemia o las que lideró Rosa María Sardà, pero de las aplaudibles. Antonio de la Torre y Clara Lago verbalizaron un guion escrito por un equipo coordinado por Fernando Pérez. El diálogo de ambos, que dio paso a la gala de premios tras el arranque dedicado al director de Cría cuervos, La caza, Peppermint frappé, Elisa, vida mía, ¡Ay, Carmela! o Deprisa, deprisa, fue vibrante, saltando de la seriedad al humor, y de lo social a lo cinematográfico. Posteriormente, ambos tuvieron su propio monólogo. El de De la Torre, centrado en la industria, que pasó ágilmente de Santiago Segura, porque uno de cada cuatro espectadores del cine español vieron una película del cómico, a las cinco películas candidatas y a En los márgenes, de Juan Diego Botto. El de Clara Lago habló de referentes y de jóvenes generaciones, del cine que transforma y cambia la vida.

Entre el resto de los premios, destacó la volcánica Laura Galán, trofeo a actriz revelación con Cerdita, de Carlota Pereda. Y ha completado así un viaje iniciado en 2017, cuando era adolescente y quedó a tomar un café con su directora. Hicieron un corto que devino en largo, la actriz en el viaje se ha convertido en madre y ha acabado llevándose el premio. Otro intérprete de largo camino laboral, pero poco cine a sus espaldas, obtuvo el Goya a actor revelación: Telmo Irureta, que subió con su silla de ruedas a hablar de dignidad, sexo en la discapacidad y las emociones de haber rodado La consagración de la primavera. Detrás, una de las entregadoras, la actriz Elena Irureta, su tía, le miraba emocionado.

No hubo muchas más sorpresas en el resto de la gala: canciones muy irregulares, discurso largo del presidente, Fernando Méndez-Leite, premio a mejor película iberoamericana para Argentina, 1985, que sigue caminando hacia el Oscar a película internacional, y documental para Labordeta, un hombre sin más, que dejó a Sintiéndolo mucho, el filme sobre Joaquín Sabina, con un solo premio, el de mejor canción —bautizada como la película— de Leiva. También, un puñado de menciones al recientemente fallecido Agustí Villaronga, y un guiño al centenario del nacimiento de Lola Flores, con Lolita marcando poderío en el escenario.

Acabada la gala, 200 minutos más tarde de su arranque, los presentadores apuntaron: “La vida sin el cine existe, el cine sin la vida no”. Por eso quedarán As bestas, Alcarràs, Modelo 77, Cinco lobitos, La Maternal… y tantas otras. Por eso quedará Carlos Saura.

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